GASTROMADRID
REVISTA GASTRONOMÍCA Y +
David contra Goliat: El pequeño comercio se las ingenia para sobrevir
11.10.18 Irene S.
La gran crisis de 2008 ha dejado tras de sí múltiples damnificados. Algunos, han desaparecido irremediablemente, mientras otros intentan a duras penas resarcirse del golpe. El pequeño comercio tradicional ha sufrido una pérdida en sus ventas cercana a los 30.000 millones de euros y los autónomos del comercio que se han perdido desde 2008 son más de 100.000. Pero el descenso del consumo durante los años de la crisis no es el único culpable: el brutal incremento de las ventas online y la proliferación de grandes superficies supone una dura competencia en precios, facilidades y accesibilidad muy difícil de combatir.
El pequeño comercio se está incorporando poco a poco a la venta a través de internet e, incluso, ha recuperado un servicio que prácticamente se había perdido: la entrega a domicilio. Se trata de un plus sobre la venta online, porque permite al cliente elegir, ver, tocar, oler lo que compra y recibirlo en casa en unas condiciones óptimas gracias a la proximidad en el tiempo y el espacio.
La competencia desleal entre las grandes superficies y el pequeño comercio se presenta, sin embargo, con variadas formas difíciles de combatir: las marcas blancas, los productos agrícolas importados a bajo precio o el dumping, con el que las grandes superficies venden el producto por debajo del coste de adquisición. El cierre del pequeño comercio ha obligado a los productores a aceptar, no sólo la política de precios de las grandes cadenas, sino a plegarse a todo tipo de condiciones bajo el chantaje de rescindir un contrato que, para una pyme, puede suponer una tragedia. Incluso, a conformarse con recibir el pago a sus productos muchos meses después de haberlos servido, a pesar de que la ley fija en 60 días el plazo del pago a proveedores. Y aquí está el verdadero negocio: comprar y vender sin haber pagado y financiar ese capital durante meses.
Vender por debajo del precio de coste, algo imposible para el pequeño comercio, permite a las grades superficies convertir determinados productos, como el aceite, en un reclamo para atraer clientes que adquieren otros productos a un precio muchas veces más elevado que en el comercio tradicional. Sin embargo, el comercio tradicional no está abocado a su desaparición, porque ni internet, ni las grandes superficies pueden suplir la experiencia de pasear por la ciudad, entrar en locales con encanto y recibir una atención personalizada y profesional que siempre redunda en beneficio del consumidor.