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Finca Santa Marta, Extremadura sin filtros

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12.01.19 Irene S.

 

Para el madrileño medio, el madrileño de a pie, ese que habita en la esquina de Gran Vía con Fuencarral y que el mero hecho de alejarse más allá de la M-50 le hace sentirse aventurero al nivel de Frank de la Jungla… Vamos, tú mismo que estás leyendo este texto, si eres de esos urbanícolas en busca del paisaje natural más auténtico que tenemos en la península, tenemos tu destino: la dehesa extremeña.

Hemos viajado hasta el no tan lejano oeste, para plantarnos en Cáceres con ese pedazo de autovía que nada tiene que ver con lo que había hace unos años, un gustazo oiga. Allí, entre Lisboa y Madrid se encuentra la Finca Santa Marta, muy cerca de Trujillo, un lagar rodeado de olivares, viñedos y almendros, un cortijo reconvertido en casa rural de las que no se olvidan.

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Lo mejor es empezar el día con un abundante y delicioso desayuno con productos de la zona: zumo recién exprimido, bollitos dulces, bocaditos salados, muy correcto y necesario para afrontar el día. Nos aguarda un bucólico paseo por sus jardines, una explosión de cerezos si tu vista coincide con el mes de noviembre, los patios con naranjos, y una agradable piscina para los meses calurosos. También cuentan con una capilla muy coqueta, por si te tienes que casar, pero piénsatelo bien, no te vaya a estropear el finde, y la vida.

Siete habitaciones dobles estándar, seis habitaciones doble superior, una junior suite y una suite. Nosotros hemos ocupado una doble superior, para 2-4 huéspedes con una cama grande y dos individuales, casi 40m2 para sentirte como en casa. Decoración rustica y clásica pero sin perder el aire de la casa y la zona, crean una atmosfera perfecta.

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Nosotros te recomendamos, que si buscas la paz absoluta y solo vas a estar un fin de semana, no salgas del cortijo. Allí puedes desayunar, comer y cenar. Todo muy tradicional y muy rico, esa atmósfera que han conseguido también llega a la cocina.

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Si por el contrario, necesitas conocer más a fondo la zona en tu afán de explorador, (cosa que también te recomendamos) extiende tu visita a más de dos días, las posibilidades son infinitas: Trujillo que es una auténtica pasada, su casco, sus palacios y sus patatas fritas El Gallo, las mejores de Extremadura.

También puedes entregarte a una jamonesa de las de Toño Pérez en Atrio, una visita al Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, el Parque Nacional de Monfragüe, Guadalupe, Mérida y su teatro y museo romano, el Monasterio de Yuste… Tienes para elegir y todo bueno, y como punto de partida, la Finca de Santa Marta.

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